jueves, 10 de marzo de 2016

Cinco poemas de Ben Lerner



EL PÚBLICO TELEVIDENTE EXIGE una imagen de sí mismo. Las pruebas en nuestra contra, restregadas. El calor del margen derecho reduce la condena. Nieve seca, liviana y explosiva. Se recuerda al pianista por su influyente tarareo que acompañaba una versión considerada mala. De la discapacidad emocional radical. De la permutación húmeda y opaca. ¿En qué momento pateaste la escalera? En el capítulo cuatro, donde se insta al lector a mirar hacia abajo desde lo alto. Donde el autor, planteándolo como una pregunta, abre el piso.


EL DETECTIVE clava chinches rojas en el mapa para señalar dónde se encontraron cadáveres. El asesino sabe de esta práctica y empieza a dejar los cadáveres, y por tanto las chinches. El asesino quiere reírse del detective, porque sabe que se verá obligado a contemplar el dibujo a diario en la pared de la comisaría. Sin embargo, la obligación formal de la cara sonriente empieza a limitar cada vez más el ámbito de acción del asesino. El detective sabe, y el asesino sabe que el detective sabe, que el asesino debe completar la curva ascendente de la boca. El detective sale a patrullar la zona de la ciudad en donde deben aparecer cadáveres si el asesino lleva a cabo su proyecto. El plano en que se representan los asesinatos, y el plano en que tienen lugar, se fusionaron en la mente de ambos, detective y asesino. El asesino sueña con clavar una chinche roja en el mapa, no con atravesar con una bala un cuerpo. El detective empieza a imaginarse la ciudad como una representación del mapa. Clava estacas de metal en el suelo para señalar las chinchetas.

SOÑAMOS CON UNA LLUVIA que, en lugar de caer, avance paralela a la tierra. Lámina tras lámina de lluvia. Luego, una lluvia hacia arriba que comienza a unos pocos metros del suelo. Uno puede ponerse debajo de la lluvia y observar. Con la desaparición del espacio público, soñamos con una lluvia desplazada a interiores. Una lluvia en miniatura, restringida a una habitación, una pared, una caja. Después soñamos con la nieve.


LOS ASTRONAUTAS AL VOLVER casi siempre caen en una honda depresión. Los asalta un deseo incontrolable de subir de peso. Al atardecer, se los ve deambulando por el parque con pijamas de seda, ante las burlas de los niños y seguidos por perros. La prolongada ingravidez destruye los huesos, los músculo, y, finalmente, la laringe, por lo cual, cuando vuelven a la Tierra, constatamos que su voz se ha reducido a una especie de silbido quedo, que es a la vez agudo y suave y sólo inteligible para otros astronautas, un silbido que parece, pero no es, a pesar de lo que diga el gobierno, una canción.



SI ESTÁ COLGADO EN LA PARED, es un cuadro. Si se apoya en el piso, es una escultura. Si es muy grande o muy chico, es conceptual. Si forma parte de la pared, si forma parte del piso, es arquitectura. Si hay que pagar entrada, es moderno. Si ya estás dentro y tienes que pagar para salir, es más moderno. Si puedes estar adentro sin pagar, es una trampa. Si se mueve, está pasado de moda. Si tienes que mirar hacia arriba, es religioso. Si tienes que mirar hacia abajo, es realista. Si lo compraron, es de sitio específico. Si, para verlo, tienes que pasar por un detector de metales, es público. 


Del libro Elegías Doppler, traducción de Ezequiel Zaidenwerg.