LA VIDA COMO UN LIBRO CUYA LECTURA ALGUIEN HA
ABANDONADO
Hemos borrado todas las letras
y la afirmación permanece todavía vagamente
como una inscripción a la puerta de un banco
en la que figurasen números romanos difíciles de descifrar
y que dicen tal vez demasiado, a su manera.
¿No queríamos ser surrealistas? ¿Y por qué
te analizaron los forasteros del bar el pelo
y las uñas, como si el cuerpo no fuese
a buscar y hallar la postura más cómoda,
y tu cabeza, esa cosa tan rara,
a volverse más problemática cada vez que cerraban la
puerta?
Nos hemos hablado el uno al otro,
hemos tratado cada tema sólo hasta un determinado punto,
pero en el orden adecuado, de manera que es música,
o algo muy próximo a la música, que nos habla desde lejos.
Sólo tenemos una porción de saber,
y más ambición de la que hace falta
para darle forma de una fruta hecha de nube
que nos protegerá mientras no marche.
Pero su jugo es amargo,
no hay en nuestros jardines nada parecido,
y tú deberías acceder al conocimiento
con este descuidado sarcasmo, para que allí te dijeran,
por una vez, que allí no era.
Sólo se quedan el humo,
y el silencio, y la vejez
que hemos aprendido a concebir de algún modo
como un paisaje, y la paz que rompe los récords
y el canto del país, un gozo
que será y que no nos conoce.
Hemos borrado todas las letras
y la afirmación permanece todavía vagamente
como una inscripción a la puerta de un banco
en la que figurasen números romanos difíciles de descifrar
y que dicen tal vez demasiado, a su manera.
¿No queríamos ser surrealistas? ¿Y por qué
te analizaron los forasteros del bar el pelo
y las uñas, como si el cuerpo no fuese
a buscar y hallar la postura más cómoda,
y tu cabeza, esa cosa tan rara,
a volverse más problemática cada vez que cerraban la
puerta?
Nos hemos hablado el uno al otro,
hemos tratado cada tema sólo hasta un determinado punto,
pero en el orden adecuado, de manera que es música,
o algo muy próximo a la música, que nos habla desde lejos.
Sólo tenemos una porción de saber,
y más ambición de la que hace falta
para darle forma de una fruta hecha de nube
que nos protegerá mientras no marche.
Pero su jugo es amargo,
no hay en nuestros jardines nada parecido,
y tú deberías acceder al conocimiento
con este descuidado sarcasmo, para que allí te dijeran,
por una vez, que allí no era.
Sólo se quedan el humo,
y el silencio, y la vejez
que hemos aprendido a concebir de algún modo
como un paisaje, y la paz que rompe los récords
y el canto del país, un gozo
que será y que no nos conoce.
POSE DE DESASOSIEGO
Ahora todo parece mugre.
Hay una película de polvo sobre la mañana limpia
de un paisaje otoñal, que se agrava
donde se está tensando,
donde no todo tiene dos pies que lo sostengan.
Se vuelve cada vez más simplista:
bien y mal, malo y bueno; ¿qué otra cosa sabemos?
Sabores que nos evitan prolongar nuestros afectos.
Pero estaba aquella línea de pensamiento
que le dejaba a uno satisfecho: cómo iba uno a bajarse
de aquí reptando, para ojalá
llegar a un arenal perfectamente llano
y al mismo nivel que el agua.
Y todo volvería a parecer nuevo y usado.
De repente, un grito, un grito convincente.
Aparece gente en pareja, en tríos, y
no es eso solamente.
Pero por todos ustedes, a quienes
he abandonado, a quienes he ignorado,
dejando que se cocinaran en su propio caldo,
para quienes no he sido el amigo que se acerca,
pido perdón, una canción nueva como la lluvia.
Por favor, cántenmela.
Ahora todo parece mugre.
Hay una película de polvo sobre la mañana limpia
de un paisaje otoñal, que se agrava
donde se está tensando,
donde no todo tiene dos pies que lo sostengan.
Se vuelve cada vez más simplista:
bien y mal, malo y bueno; ¿qué otra cosa sabemos?
Sabores que nos evitan prolongar nuestros afectos.
Pero estaba aquella línea de pensamiento
que le dejaba a uno satisfecho: cómo iba uno a bajarse
de aquí reptando, para ojalá
llegar a un arenal perfectamente llano
y al mismo nivel que el agua.
Y todo volvería a parecer nuevo y usado.
De repente, un grito, un grito convincente.
Aparece gente en pareja, en tríos, y
no es eso solamente.
Pero por todos ustedes, a quienes
he abandonado, a quienes he ignorado,
dejando que se cocinaran en su propio caldo,
para quienes no he sido el amigo que se acerca,
pido perdón, una canción nueva como la lluvia.
Por favor, cántenmela.
De Galeones de
Abril, trad. Esteban Pujals Gesalí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario